Para lectores sabios

viernes, 29 de agosto de 2008

Tempus fugit y nadie sabe dónde se ha metido

Llevo ya dos noches en que, de madrugada, oigo claramente las campanadas del monasterio. Anteayer me sorprendí un poco. Estaba cansado, era la una y estaba en la terraza, respirando un poco de aire fresco, cuando pude oír en el silencio de la noche los cuatro cuartos y… dos campanadas. ¿Las dos? ¿Han cambiado la hora? Miré el reloj de pared, el del ordenador,… no, era la una, ¡y si la cambian es para menos y a finales de octubre!
Anoche me acosté muy tarde, y a las 3 en punto, mientras veía como cambiaba la hora que mi despertador proyecta en el techo de las 2:59 a las 3:00, oía también con claridad las cuatro campanadas de los cuartos, y las “cuatro” campanadas de las cuatro. ¿De qué sirven las campanadas hoy, cuando todo el mundo tiene ya reloj? ¿Aún queda alguien que se guíe por ellas? ¿Y por qué adelantan una hora? No puede ser que el campanario vaya siempre puntualmente adelantado, que no es serio, vamos; como tampoco es serio lo que pude constatar ayer a conciencia en el aeropuerto de Barcelona.
Mientras esperaba a una persona, podía ver claramente el gigantesco panel indicando los vuelos en tierra, a punto de llegar y los retrasados, con precisión de minutos (LONDRES 14:15 - ESTIM 14:30 - EN TIERRA 14:28). Otros paneles formados por pantallas LCD, más pequeños pero más cercanos, daban la misma información. A la izquierda, en un inmenso panel de LEDs rojos, encima del bar, las letras danzantes van anunciando que los trenes y autobuses al centro de la ciudad salen cada equis minutos. Se repite en español y en inglés, en español y en inglés. Pero no da la hora. Miro a todos lados detenidamente y así es: en la Terminal B del aeropuerto de Barcelona, en toda el área de llegadas, no hay ni un puñetero reloj, digital o analógico, que diga si has llegado o no a tiempo. Hay que hacer uso del propio reloj de muñeca o del móvil para saber qué hora es. ¿Cómo es posible? ¿Qué pasa si me guío por el campanario y no llevo reloj al aeropuerto? Ah, claro, llego una hora antes y ala, a hacer gasto en el bar, donde un bocadillo blandengue de jamón cuesta 5,30 euros.

Por suerte, soy de los que llevan siempre reloj de pulsera…