A veces me siento un ser sobrehumano, omnipotente, omnisciente; otras me siento tan insulsamente mediocre que dudo incluso de mi propia existencia. La mayoría del tiempo me siento, sin embargo, en el punto de equilibrio, y eso es bueno.
A veces noto que controlo lo que me rodea, mi presente y mi futuro. Disfruto entonces de los recuerdos del pasado, de los colores del otoño en un bosque de hojas caducas, de los rayos de sol que atraviesan las ramas a medida que se desnuda, del aterciopelado suelo de hojarasca en el que se combina la más bella mezcla de colores pastel. Y a veces noto que lo que me rodea me controla, que el pasado me asalta con saña y alevosía, y el paisaje otoñal se convierte en cenagal, inmundo, despreciable, pues sólo vale el sueño de la primavera, del cálido tacto de la arena en una playa hastiada de sol.
A veces,… a veces me siento inmensamente feliz, enamorado, girando con los brazos abiertos expuesto al viento que me despeina y me limpia, arrastrando rencores, recuerdos, remordimientos. Y a veces no puedo impedir sentir como un tsunami de tristeza recorre mi alma de lado a lado, ahogando y apagando los pabilos de felicidad, hilvanados en velas de suave aroma, y enfriando con agua salobre cualquier semilla de futuro que germinara en mi cuerpo, en mi mente, en mis manos.
A veces miro hacia delante, sin mirar atrás. Otras miro hacia atrás sin poder ver lo que tengo frente a mis propias narices. A veces me siento perdido, otras me encuentro, pero cada vez más perdura el encuentro, y se desvanece el obsoleto miedo del pasado.
A veces pienso que estoy viviendo la vida, y otras, cada vez más pocas, que debería estar viviéndola. A veces se deshacen los sueños entre los dedos, como la arena del mar, pero no hay más que mirar abajo para ver que siguen allí, con muchos otros más.
A veces siento las caricias que me da la vida, otras sólo las sueño.
A veces siento las caricias que me da la vida, otras sólo las sueño.
A veces, los sueños no son más que sueños; y a veces, los sueños, de tanto soñarlos, se convierten en realidad.
¿Eres un sueño? No, ya no. Ahora eres premonición de futuro. Te he soñado demasiado, y te convertiré en realidad.