Almejas a la marinera
Ingredientes:
1 cebollita
1 diente de ajo
Perejil
½ kg de almejas
Aceite de oliva
Pimentón dulce
Harina
1 vaso de vino blanco
1 cerveza bien fría (opcional)
Localiza la cocina una hora antes, es donde suele estar la nevera con las cervezas.
Lava las almejas y ponlas en un recipiente con bastante agua y sal y déjalas media horita. Luego cambias el agua y otra media horita más en agua con sal. Mientras tanto, puedes ir a ver los Simpson en A3. Aquí es donde entra en acción la cerveza bien fría opcional, para que las almejas no «beban solas».
Pica la cebolla, el perejil y el ajo, preferiblemente con una picadora de esas del minipimer y, según quien, con un par de guantes de látex para ahorrarte el tufo si luego quieres acariciarle el pelo a tu novia. Procura que quede bien picado, casi pasteta, y te ahorrarás el pasapurés. La salsa quedará de por sí suficientemente fina.
Echa la susodicha pasta en una cazuela de gran diámetro y baja altura con aceite calentito y deja que se fría todo un poco a fuego bajo (se llama apochar, pero es para ahorrarte buscarlo en el diccionario). Vigila que no se queme la cebolla, para no tener que recurrir a Telepizza.
Echa entonces un poco de pimentón dulce (no sirve casi de nada, pero da color).
Ahora viene lo difícil: Echa una buena cucharada de harina procurando que se reparta bien (yo pongo la harina en un colador y la reparto dando golpecitos, como si nevara). Dale muchas vueltas al asunto. Va mejor con una varilla de batir huevos, pero como seguro que no tienes, da igual.
Entonces le añades el vaso de vino blanco y dejas que arranque a hervir de nuevo. Como se formará una pasta y la queremos más líquida (que son a la marinera y no panqueque de almejas ¿eh?) le echas un poco de agua hasta que aquello se asemeje a lo que te sirvieron en el restaurante aquella vez que las pediste.
Puedes probar a ver qué tal está de sal, ¡pero no pongas mucha, que las almejas ya tienen!
Entonces le echas las almejas al caldito ése tan guays, les das un mareo con la cuchara de palo y verás cómo se abren en pocos minutos. No las dejes más de 5 ó 6 minutos. Las que no se abran,… a la basura, por si las moscas.
Para completar: Aprovechando que te matas haciendo una salsa y para ahorrarte aquello de que «me he quedado con hambre», lo que yo hago es poner en la salsa, antes de echar las almejas, unos trozos de colita de rape (previamente salada) y unas gambas, los dejo hacer chup chup tres minutos y luego meto las almejas.
Ya se pueden comer. Así de fácil.
Consejo: Enciérrate en la cocina, no vaya a ser que seas objeto de severas críticas femeninas o que alguien se ponga en medio, no te deje currártelo y te diga: «¡Te jodes!» (basado en hechos reales).
Sírvelo preferentemente sobre mantel limpio sin lamparones, con una velita y acompañado de un buen vino blanco. Un verdejo de Rueda le va de maravilla, aunque también fardarás mucho con un buen cava Brut Nature (nada inferior, plis).
Condición «sine qua non» (no hay tu tía, en cristiano), imprescindible para que todo este esfuerzo haya servido de algo: Limpia la cocina a medida que vas trabajando, pon todo en el lavavajillas (si no tienes, cómprate uno) y deja la cocina impecable. En caso contrario, no volverás a pisar la cocina (lo cual, igual, hasta tiene sus ventajas).